Son las cuatro de la tarde y en la calle Godella el termómetro marca 42 grados. “Hace tanto calor que parece la Puerta del Sol”, se cachondea el único valiente que resiste bajo el sol. Lo hace sin moverse en el centro del barrio de San Cristóbal, en el distrito de Villaverde, sentado en un diminuto taburete donde repara móviles junto a un cartel lleno de faltas de ortografía en el que ofrece sus servicios: “cambio de pantayas”, “todas las marcas”, “asta con agua”…
